colombia pierde en mundial

Perder es tener el valor de exponer la cara, a riesgo de verla reventar a golpes. Así cayó Colombia contra Inglaterra, en una dolorosa pero justa despedida del Mundial Femenino 2023, en el que aprendió a ganar y ahora tendrá que aprender a perder. Dos lesiones, una bofetada detrás de otra, una ilusión que murió en dos minutos, un puñal al corazón. Eso fue la derrota 2-1 en cuartos de final, que acabó con un sueño pero aún así hizo historia. Será consuelo de tontos, pero el público y su 'Colombia, Colombia' lo entendió así en Sidney y seguro también en el país. El riesgo de querer ganar, el dolor de saber perder.

Fue una de esas noches predestinadas a la tristeza. El primer susto lo pasó Colombia en el rechazo corto en el área que le quedó a Russo para un violento remate, por suerte sin destino de gol, pero con una costosa factura: el choque entre Catalina Pérez y Carolina Arias acabó en la lesión de esta última, la que le abrió espacio a adivinen quién, ¡Ana María Guzmán! Porque al que le van a dar, le guardan...

Así como se temía, la pelota, la iniciativa, el juego era de las inglesas mientras en tierras de Pérez la orden era clara: ¡aguanten! ​De hecho, la primera vez que Colombia sacó la cabeza corría el minuto 14 y Linda, la que levanta el estadio de una ovación, tiró un remate muy elevado. Para el público colombiano no era qué, sino quién... con ella fue amor a primera vista.

Firme Pérez bajo los tres palos respondía a los 27 en el cabezazo de Daly y una pizca de fortuna le ayudaba a que ese siguiente remate de afuera le saliera elevado. Después la suerte no la quiso más. El problema es que hasta el minuto 42, Linda no llegó a sonreír ni una sola vez y eso ya era un síntoma: una sincronizada zaga británica la esperaba en vez de corretearla y la aislaba de su equipo sin sufrirla. 

Entonces, el talento, el que abre todos los cerrojos, apareció: Leicy Santos llegó por la banda, tomó la pelota, vio a Earps afuera y soltó un remate sutil y ubicado, ese que Greenwood solo vio en la repetición, para bañarla y provocar el delirio de la tribuna. ¡Qué pedazo de gol!

Y lo que después dolía no es que fuera por la tan mentada superioridad rival sino el error propio, el de Pérez -la infalible-, solo dos minutos después de la fiesta de Leicy, lo que cambió todo: se le escapó una pelota que parecía controlada, vino una sucesión de imprecisiones y de la nada apareció Hemp para embocarla y gritar el 1-1. Arco en cero, misión no cumplida. 

Y se pondría peor cuando, a los 63, el arma que los ingleses sabían que nos haría daño apareció: a espaldas de las centrales pasó el balón de Toone a Russo, superó a Arias primero y a Jorelyn después y esta última fusiló a Pérez. Remontada británica. Porque, en honor a la verdad, lo merecía. Para rematar la cadena infortunios, un golpe en un ojo acabó sacando del campo a Pérez y así, a quemarropa, se estrenó, a sus 20 años, Natalia Giraldo.

La primera que acusó el golpe fue Bedoya con el violento remate que Earps manoteó hacia arriba. Sí se puede, gemía la tribuna. Sí, pero ¿como? Linda seguía fuera del circuito, Usme se reventó marcando en el primer tiempo y se agotó, la cara de Leicy denotaba impotencia, la propia Lorena tenía que ir de lado a lado del campo ante la oscura noche de Ospina que vio todo el estadio pero no Abadía y Mayra padecía la soledad en un frente de ataque sin veneno, sin vida.

Por fin, a los 77, vino el cambio que rogaba Ospina y Chacón pareció traer un ímpetu desde el banco que pronto se apagó. Solo quedaba Leicy y ese corazón que no le cabe en el cuerpo, ella fabricando llegadas, apareciendo por las dos bandas, luchando, jugando fútbol. Dos proyecciones suyas amenazaron aunque sin llegar a inquietar a Earps y el campeón de Europa se metió en su terreno a esperar.

Habrían amanecido ahí si hubiera sido necesario. Era cuestión de esperar y desesperar al rival. Así se fue el tiempo y el sueño de la semifinal en Australia. El séptimo partido no llegó, murió en el camino, en el quinto escalón. 

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